El himno nacional es uno de los tres símbolos patrios de México, junto con la bandera y el escudo. Es un canto lírico de tema bélico, que celebra la patria y advierte sobre la importancia de defenderla del enemigo. El himno nacional mexicano fue escrito en 1853 y es usado desde el año 1854, cuando se completó su composición, pero no se hizo oficial sino hasta el año de 1943, gracias a un decreto del presidente Manuel Ávila Camacho.
El Himno fue solicitado por el entonces presidente Antonio López de Santa Anna, durante una época de crisis para México tras la derrota contra los Estados Unidos en 1848 en su intervención al país. El país había perdido la mitad del territorio y había un sentimiento de separación, ante lo cual se necesitaba algo que ofreciera un sentido de pertenencia. Fue en este momento, a finales de 1853, cuando el dictador emitió la convocatoria en el Diario Oficial para crear el himno nacional, el cual sería presentado en 1854, cuando se cumplirían los 25 años de su heroica Victoria de Tampico, la cual marcó la Independencia definitiva de España.
El concurso de la letra fue ganado por el poeta Francisco González Bocanegra, mientras que la música fue compuesta por el español Jaime Nunó. La versión original del himno contenía, además del estribillo, diez estrofas. Sin embargo, al ser oficializado fue reducido a solo cuatro estrofas. Las estrofas cortadas contenían referencias a Antonio López de Santa Ana y al primer emperador, Agustín de Iturbide, personajes que posteriormente fueron considerados villanos por buena parte de la historiografía mexicana, de allí su exclusión.
El Himno fue solicitado por el entonces presidente Antonio López de Santa Anna, durante una época de crisis para México tras la derrota contra los Estados Unidos en 1848 en su intervención al país. El país había perdido la mitad del territorio y había un sentimiento de separación, ante lo cual se necesitaba algo que ofreciera un sentido de pertenencia.
Al cantar "Mexicanos al grito de guerra…" podemos recordar los hechos heroicos de "La Victoria de Tampico de 1829", una gran victoria contra la primera intervención extranjera a nuestro país y que consolidó nuestra independencia nacional.
El uso del himno nacional mexicano está regulado por la Ley sobre sobre el escudo, la bandera y el himno nacionales, y está restringido a conmemoraciones de carácter oficial.
(Coro)
Mexicanos, al grito de guerra
El acero aprestad y el bridón,
Y retiemble en sus centros la tierra
Al sonoro rugir del cañón.
I Ciña ¡Oh Patria! tus sienes de oliva de la paz el arcángel divino, que en el cielo tu eterno destino por el dedo de Dios se escribió. Mas si osare un extraño enemigo profanar con su planta tu suelo, piensa ¡Oh Patria querida! que el cielo un soldado en cada hijo te dio.
II En sangrientos combates los viste por tu amor palpitando sus senos, arrostrar la metralla serenos, y la muerte o la gloria buscar. Si el recuerdo de antiguas hazañas, de tus hijos inflama la mente, los laureles del triunfo, tu frente, volverán inmortales a ornar.
III Como al golpe del rayo la encina se derrumba hasta el hondo torrente la discordia vencida, impotente, a los pies del arcángel cayó. Ya no más de tus hijos la sangre se derrame en contienda de hermanos; solo encuentre el acero en tus manos quien tu nombre sagrado insultó.
IV Del guerrero inmortal de Zempoala Te defiende la espada terrible, Y sostiene su brazo invencible tu sagrado pendón tricolor. El será del feliz mexicano en la paz y en la guerra el caudillo, porque el supo sus armas de brillo circundar en los campos de honor.
V ¡Guerra, guerra sin tregua al que intente de la patria manchar los blasones! ¡guerra, guerra! los patrios pendones en las olas de sangre empapad. ¡Guerra, guerra! en el monte, en el valle, los cañones horrísonos truenen y los ecos sonoros resuenen con las voces de ¡Unión! ¡Libertad!
VI Antes, Patria, que inermes tus hijos bajo el yugo su cuello dobleguen, tus campiñas con sangre se rieguen, sobre sangre se estampe su pie. Y tus templos, palacios y torres se derrumben con hórrido estruendo, y sus ruinas existan diciendo: de mil héroes la patria aquí fue.
VII Si a la lid contra hueste enemiga nos convoca la trompa guerrera, de Iturbide la sacra bandera ¡Mexicanos! valientes seguid. Y a los fieros bridones les sirvan las vencidas enseñas de alfombra: los laureles del triunfo den sombra a la frente del bravo adalid.
VIII Vuelva altivo a los patrios hogares el guerrero a contar su victoria, ostentando las palmas de gloria que supiera en la lid conquistar. Tornáranse sus lauros sangrientos en guirnaldas de mirtos y rosas, que el amor de las hijas y esposas también sabe a los bravos premiar.
IX Y el que al golpe de ardiente metralla de la Patria en las aras sucumba obtendrá en recompensa una tumba donde brille de gloria la luz. Y de Iguala la enseña querida a su espada sangrienta enlazada, de laurel inmortal coronada, formará de su fosa la cruz.
X ¡Patria! ¡Patria! tus hijos te juran exhalar en tus aras su aliento, si el clarín con su bélico acento los convoca a lidiar con valor. ¡Para ti las guirnaldas de oliva; ¡un recuerdo para ellos de gloria! ¡un laurel para ti de victoria; ¡un sepulcro para ellos de honor!